Joaquín Layús, una pieza clave en el presente de Once Unidos. El central de 27 años es, con diferencia, el mejor de la Liga de Vóleibol Argentina en su rubro estadístico.
Por Marcelo Solari
Sus estadísticas imponen respeto. Los 57 puntos de bloqueo que acumula en la Liga de Vóleibol Argentina (LVA) lo convierten en el mejor de toda la competencia en ese rubro. Liderazgo que se refleja también en un impactante 1,16 bloqueos de promedio por cada set disputado.
Claro que Joaquín Layús no es solo eso. A los 27 años, su incidencia en el juego (también suma en ataque) y su ascendencia en el grupo lo convierten en un factor muy importante para Once Unidos. Y lógicamente lo ubican entre los mejores centrales del torneo.
Para conocerlo un poco más, LA CAPITAL lo entrevistó a horas de iniciarse el cuarto y último Tour de la fase regular de la LVA, que se realizará desde hoy y hasta el jueves 17 en Mar del Plata.
– ¿Cómo se viven las horas previas de volver a jugar como locales y por la Liga?
– Había una posibilidad porque para los organizadores y la gente había sido muy bueno lo que se dio en la Copa Aclav. Y cuando nos enteramos de la confirmación, lo festejamos. Para nosotros, que se juegue en nuestra cancha la última etapa de la fase regular, con el público que siempre nos acompaña, nos dio una alegría tremenda. Sabemos que los play-offs no serán acá, pero vamos a jugar en nuestra cancha este tramo del torneo. Es algo buenísimo.
– Será la primera vez que les toque en casa por la Liga…
– Es verdad. Habíamos jugado como locales solo por Copa Aclav. Mejor todavía. Nos quedan partidos muy picantes, durísimos. Básicamente vamos a enfrentar a los tres que luchan con nosotros en los cuatro primeros lugares (N. del R.: Ciudad Vóley, Policial de Formosa y UPCN de San Juan) y a otros dos equipos sanjuaninos (Obras y UVT, que siempre son complicados).
– ¿Les sorprende de alguna forma el nivel actual que alcanzó el equipo?
– Creo que en la Copa Aclav tuvimos un parámetro de lo que podíamos dar. Y nos vimos muy bien. El equipo es prácticamente el mismo. En la formación titular, cambiamos un solo jugador, Santiago Aulisi, que suma un montón, porque es muy técnico. Pero sobre todo, físicamente estamos mucho mejor que el año pasado. Siempre lo destacamos. La preparación fue diferente. Tuvimos más sesiones de pesas, más gimnasio. Eso se ve reflejado también en el juego. Y también al ser nuestra segunda experiencia en la máxima categoría, ya no hay tantos nervios, tenemos más rodaje y jugadores que han elevado su nivel. Todos podemos aportar algo desde nuestra función. Algunos atacan más, otros bloquean más. Somos un equipo muy completo y muy técnico en ese sentido, individual y colectivamente.
– Llegaste a jugar un Mundial en formativas, jugaste algunos años, dejaste y de pronto volviste. ¿Cómo fue ese proceso?
– Arranqué muy grande, a los 17 años. Y al año y medio que estaba jugando, me citaron para un Mundial (N. del R.: el Sub 21 de Ankara, Turquía). Después jugué Ligas para La Unión de Formosa, estuve como juvenil en Buenos Aires Unidos, jugué varios años en la Metropolitana, la Liga A-2 con Deportivo Morón. Ganamos el ascenso y después de ese torneo, por diferentes cuestiones, me alejé del vóley. Seguí mi vida por otro lado, trabajando. Junté un dinero para irme afuera, a probar suerte. Viajé, trabajé, conocí. Sinceramente, no esperaba volver a Argentina. Pero volví. Me puse una barbería y al tiempo, cuando me enteré de que Once Unidos estaba jugando con un proyecto serio, me dieron ganas de volver a jugar. El año pasado sé que no pude rendir como yo puedo hacerlo, y este año me parece que estoy bastante bien. Me esforcé para hacerlo así. Hice muchos cambios.
– ¿Qué tipo de cambios?
– Mentales, personales, físicos, de alimentación. Dejé el alcohol, dejé el cigarrillo. Fueron cambios que nunca pensé que podría hacer. Dejé también de salir a la noche. Apunté a ese lado para poder tener un cuerpo más limpio y poder llegar al rendimiento actual, que los números respaldan.
– ¿Cuántos años estuviste sin jugar?
– No llegué a los cuatro años, aunque entre medio tuve una Liga A-2 con Catamarca. Me lesioné porque venía de una inactividad larga.
– Y ahora, de repente, estás entre los mejores centrales y sos el mejor bloqueador de la Liga A-1…
– Por suerte estoy jugando bien. Estoy encontrando bastante el juego, me siento bien conmigo mismo como deportista, aunque creo que todavía me falta afinar ciertas cosas, hay margen para mejorar. Eso sí no me lo esperaba. Pero voy a ir por más porque sé que puedo dar un poco más.
– ¿El grupo ayuda mucho?
– Un montón. Los pibes siempre tiran para adelante. A veces se ve que por ahí el referente en eso de tirar para adelante soy yo, pero cuando me bajoneo, los chicos siempre me bancan. Ayudan a que te sientas mejor. Nos ayudamos entre todos y eso hace que suba el nivel del equipo.
– Para el vóley siempre fuiste el “Chiqui”. ¿Por qué ahora sos el “Caniche”?
– (Risas). Me lo puso el año pasado Joaquín Aquindo y no pensé que se iba a hacer tan viral. Es como que soy muy molesto, muy jodón, hago chistes, hablo mucho. Y Joaquín me dijo que parecía un perro Caniche, siempre molestando. Y así quedó y trascendió más allá de la intimidad del equipo. Yo estoy acostumbrado a que me digan el “Chiqui” en el ambiente del vóley. Ahora quedó “Caniche”. Yo me río, me lo tomo siempre bien. Pero tenemos al “Magnífico”, al “Profesor”, y a mí, que soy el bloqueador, me dicen “Caniche”. Es como que no coinciden (más risas).